Sabemos que
estuvo casada y que tuvo a un hijo llamado Aurelio Bejarano Martínez. También
sabemos que fue una mujer de clase media alta o de clase alta. De hecho, era a
través de su posición social privilegiada que lograba atraer a sus víctimas.
Guadalupe
Martínez atrajo a su casa a la niña Casimira Juárez ofreciéndole un trabajo
doméstico. Una vez que la niña se instaló en su domicilio empezaron las
vejaciones y los actos de tortura. Inspirados en un fuerte deseo sexual
reprimido, Martínez torturaba con fuego y ataduras a su víctima siempre
desnuda. Después de cierto tiempo, la dejó morir de hambre. En 1887, Martínez
de Bejarano fue condenada por este crimen. Sin embargo, apenas cinco años
después salió libre.
Cuando salió
de la cárcel, Martínez introdujo, nuevamente, a dos hermanas muy jóvenes a su
hogar. Se trataba de Guadalupe y Cresencia Pineda quienes también fueron
torturadas con los mismos métodos. En 1892 varias personas denunciaron a
Martínez por el supuesto secuestro y tortura de personas en su casa. La policía
llegó demasiado tarde para salvar a las hermanas Pineda que llevaban tiempo
muertas. El hijo de Martínez la señaló como culpable y Martínez, en cambio, lo
señaló a él como el verdadero asesino. Ambos fueron condenados.
A pesar de
sólo ser condenada a 10 años de prisión, Martínez fue confinada a una zona
solitaria dentro de la prisión de Belén por el odio que le tenían las otras
reclusas. Desde entonces apodada como “La temible Bejarano” o “La mujer
verdugo”, Martínez murió en una celda antes de terminar su condena. Su
horripilante historia pasaría a la posteridad para convertirse en LA PRIMERA
MUJER ASESINA SERIAL DE LA HISTORIA DE MÉXICO.
Referencias:
·https://noticieros.televisa.com/especiales/escalofriantes-historias-asesinos-seriales-mexicanos/
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