Nació en una
familia humilde de Cerro Azul, Veracruz, en la última década del siglo XIX. Se
graduó como enfermera y partera y trabajó en su natal estado hasta que decidió
emigrar a la Ciudad de México. Ahí, rentó un departamento en el número 9 de la
calle de Salamanca en la colonia Roma. Fue en ese departamento en el que empezó
a establecer una práctica clandestina de abortos.
Pronto, el
negocio de Sánchez Aguillón llegó a florecer. Muchas mujeres ricas de la ciudad
acudieron a su casa para terminar con un embarazo ilegítimo o indeseado. Pero
estas prácticas no fueron las que terminaron por condenar a Sánchez Aguillón.
Una vez establecido su negocio de abortos, la llamada “ogresa de la Roma”
comenzó a traficar con niños.
Así, compraba
y vendía niños de familias pobres que no podían mantenerlos o que querían
ofrecerles una mejor vida. Sin embargo, el destino de muchos de estos niños fue
completamente distinto. Se dice que Sánchez Aguillón asesinó, torturó y
descuartizó a cerca de cincuenta niños. Para deshacerse de los cadáveres, esta
mujer tiraba los restos al drenaje o a la basura.
Fue,
justamente, esta práctica la que terminó delatándola. Muchos vecinos empezaron
a quejarse de malos olores, el drenaje que se tapa constantemente y de un humo
negro, denso y de mal olor, que salía de la casa de Sánchez Aguillón. El 8 de
abril de 1941, el dueño de una mercería que ocupaba el primer piso del edificio
llamó a plomeros y albañiles para levantar el piso de su negocio y acceder al
drenaje que no dejaba de taparse. Ahí encontraron un tapón putrefacto con
restos humanos, gasas y algodones ensangrentados.
Después de
que encontraran un pequeño cráneo y una pierna que correspondía a la de un niño
de un año, las autoridades catearon el domicilio de Sánchez Aguillón. Ahí
encontraron una enorme cantidad de fotografías de niños y un pequeño altar con
un cráneo infantil. La condena contra “la ogresa” fue, sin embargo, una farsa.
Se le condenó a cuatro meses de prisión y a una fianza que rápidamente pagó.
Supuestamente, la larga lista de personas importantes que se habían practicado
abortos con ella sirvió para que la liberaran en estas condiciones: la clase
política tenía singular miedo de los escándalos que podían desatar las
declaraciones de esta mujer.
Sin embargo,
Sánchez Aguillón no pasó mucho tiempo libre. Señalada mediáticamente como una
asesina de infantes y perseguida por todos, se suicidó con una dosis letal de
Nembutal el 16 de junio de 1941. La que se ganó el sobrenombre de “La ogresa de
la colonia Roma” por su apariencia desagradable y sus prácticas escalofriantes
también tuvo otros apodos. Se le llamó “La trituradora de angelitos”, “La
descuartizadora de la colonia Roma” y “La Espanta-cigüeñas”. Sánchez Aguillón
se convirtió así, con la enorme atención amarillista de la prensa, en el horror
mexicano de la década de los treinta.
Referencias:
- https://noticieros.televisa.com/especiales/escalofriantes-historias-asesinos-seriales-mexicanos/
No hay comentarios:
Publicar un comentario