El 16 de
octubre de 1936 nacía en Ucrania el psicópata que se convertiría durante más de
una década en la pesadilla de la policía. Andrei Chikatilo. Apodado el
carnicero, fue sin duda el mayor asesino en serie de la historia de la URSS.
UNA INFANCIA
MARCADA
Su padre fue
hecho prisionero de guerra por los nazis y, prácticamente huérfano, pasó la
infancia con su madre y una hermana menor en el núcleo de una familia marcada
por las hambrunas del holocausto. Era un niño solitario, marginado en el
colegio, humillado y vejado con insultos de los que nunca se defendía;
sumiso.
Su hogar,
lejos de ser un refugio, le supuso el principio de un trauma que le traería las
peores consecuencias. Su madre plantó las semillas del trauma repitiendo
constantemente como, fruto de las penurias que atravesaba el país, su hermano
había sido secuestrado y canibalizado.
La impotencia
también marcaría su vida. No llegó a estar con ninguna otra mujer más allá de
su esposa y, aun con ella, solo consiguió tener apenas unas pocas interacciones
sexuales fruto de las cuales nacieron sus dos hijos. Esto no supuso el fin de
sus problemas de erección, trastorno que le ocasionaba numerosas disputas con
su mujer, cada vez más demandante.
Ya adulto,
optó por un empleo estable como maestro, rodeándose de la infancia que siempre
le negaron. El motivo se conocería más tarde: sentía una atracción sexual
incontenible por sus alumnos, con los que era condescendiente y a los que
permitía hacer lo que quisieran. No tardó en descontrolar sus deseos y en 1974
fue expulsado del colegio por pederastia.
ASESINO POR
CASUALIDAD
Chikatilo
sentía tal desesperación por su problema viril que intentó encontrar una salida
buscando placer en el único territorio que pudo pensar, la infancia. Así fue
que con 42 años emprendería, por casualidad, uno de los caminos más sádicos del
crimen: el infanticidio. Tras engañar a una niña la llevó a una cabaña de su
propiedad con el fin de violarla y probar suerte en su impotencia.
Lejos de
excitarse con el cuerpo de la menor, fue una herida de sangre durante el
forcejeo lo que desató su líbido hasta tal punto que no pudo evitar incrementar
la violencia hasta matarla. Había encontrado la medicina que le salvaría de su
disfunción eréctil.
El cuerpo de
la pequeña fue hallado en el río adyacente al lugar de los hechos pero, a pesar
de que se encontraron restos de la víctima en la cabaña de Chikatilo. La buena
reputación de este (en parte, por su perfil bajo y, en parte, por su
pertenencia y apoyo vehemente al partido comunista) llevó a la policía a creer
su versión y falsa coartada librándole de la cárcel.
MODUS
OPERANDI
Se definiría
en los próximos años con cinco costumbres clave:
• En 1981
consiguió un empleo que le obligaría a viajar habitualmente. La palanca
necesaria para desatar por completo su psicopatía, puesto que le permitiría
buscar nuevas víctimas lejos de su entorno.
• La
siguiente menor fue una prostituta con la que solo pretendía probarse
sexualmente, pero a quien asesinó al mofarse de su impotencia. El placer de
agredirla con violencia y mutilarla selló su perfil de asesino en serie.
• El bosque
siguió siendo el escenario de sus aberraciones: era extenso y frondoso y le
facilitaba la ocultación.
• Sus
objetivos serían siempre similares, niños fugados de sus hogares o retrasados
mentales a los que simulaba socorrer para llevarles a algún lugar entre los
árboles.
• Allí
utilizaba toda su crueldad para llevar a cabo su placer extremo, la violación
practicando mutilaciones sobre los ojos y órganos sexuales con los que saciaba
su canibalismo o mantenía como trofeos.
Su forma de
actuar parecía una catarsis por su hermano devorado, los abusos en el colegio y
su impotencia sexual: toda su infancia de frustraciones y traumas concentrados
en un único acto sangriento.
Su desenfreno
mental empezaba a pasar factura a su faceta pública y en su última década fue
encarcelado por delitos de comportamiento impropio y robo. A pesar de ello, de
estar marcado como sospechoso y de que la policía llevaba varios años
siguiéndole la pista, su grupo sanguíneo no coincidía con el del semen
encontrado sus víctimas. Su detención definitiva se produciría por casualidad.
Tras su
último homicidio, el 6 de noviembre de 1990, un sargento de guardia que formaba
parte de un despliegue de más de 600 detectives lo sorprendió saliendo de un
bosque al lado de una estación de tren de Rostov. El arresto no se produjo,
pero sí quedó registrado su nombre en el informe del detective Rybakov. Menos
de un mes más tarde, la policía encontró el cuerpo de la última víctima del
carnicero, relacionó dicho informe con sus detenciones previas y se le
encarceló. Aunque su sangre era del grupo A, su semen devolvía concidencias con
el grupo AB, el mismo que el encontrado en los niños asesinados.
Andrei
Chikatilo confesó a la policía 56 crímenes y fue finalmente declarado culpable
del asesinato de 52 menores en posición plena de sus facultades psíquicas. Pese
a intentar exculparse alegando un fuerte trastorno mental, se le ajustició con
un tiro en la nuca el 14 de febrero de 1994.
Su historia
inspiraría al escritor británico Tom Rob Smith para el libro El niño 44, premio
de Ian Fleming Steel Dagger en 2008 y llevada al cine por Daniel Espinosa en
2015.
Referencias:
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