lunes, 25 de marzo de 2019

29. Jack El Destripador.



A mediados del siglo xix las principales demarcaciones británicas, entre ellas el East End de Londres —donde se encuentra Whitechapel—, tenían sobrepoblación16​ debido al flujo de inmigrantes irlandeses, y al arribo de refugiados judíos del este de Europa y de la Rusia imperial a partir del año 1882. Este problema repercutió en el decaimiento de los niveles de empleo y calidad de vida, y llevó a la proliferación de una amplia clase baja caracterizada por la pobreza, el crimen y la violencia, el alcoholismo y la prostitución. De acuerdo a estimaciones de la Policía Metropolitana de Londres, en octubre de 1888 había 62 burdeles y 1200 prostitutas en Whitechapel. También eran comunes las manifestaciones y protestas por la situación económica entre 1886 y 1890, entre las cuales sobresalió el Domingo Sangriento de 1887.

Whitechapel tenía particularmente mala reputación debido a casos de antisemitismo, racismo, delincuencia, disturbios sociales y severa pobreza.​ Tal percepción como reducto de inmoralidad llegó a su punto álgido en 1888, cuando la prensa comenzó a prestar una cobertura sin precedentes a una serie de grotescos y atroces homicidios atribuidos a «Jack el Destripador».

ASESINATOS


Si bien la elevada cantidad de ataques contra mujeres del East End en esa época complicó la averiguación de cuántos de esos asesinatos habían sido cometidos por un mismo individuo,​ la Policía Metropolitana de Londres identificó once homicidios ocurridos en Whitechapel entre abril de 1888 y febrero de 1891. Aunque no había certeza para asegurar que todos habían sido obra de una misma persona, cinco de ellos sí tenían varios elementos en común y se atribuyeron a Jack el Destripador, cuyo modus operandi se caracterizaba por cortes en la garganta, mutilaciones en el área genital y abdominal, extirpación de órganos y desfiguración del rostro. Estos asesinatos suelen denominarse «los cinco canónicos» para distinguirlos del resto del expediente de Whitechapel;​ no figuran entre ellos los dos primeros casos: las muertes de Emma Elizabeth Smith y Martha Tabram.

Smith fue asaltada y abusada sexualmente en la calle Osborn del citado barrio el 3 de abril de 1888. Murió al día siguiente en el London Hospital por peritonitis ocasionada por la inserción de un objeto desafilado en su vagina.​ En su declaración, ella dijo que había sido atacada por dos o tres hombres, uno de los cuales era un adolescente,​ razón por la que se descartó este caso del expediente del Destripador. Tabram murió el 7 de agosto del mismo año, víctima de 39 puñaladas. Si bien la policía lo asoció con los cinco canónicos debido a la crueldad, la ausencia de un motivo aparente y la cercanía de la zona donde ocurrió —George Yard, Whitechapel— con las de las otras muertes,​ en realidad el ataque difería del modus operandi anteriormente señalado: Tabram no tenía cortes en la garganta ni el abdomen, y sus heridas no seguían el patrón identificado en el expediente de los cinco canónicos.

LOS CINCO CANÓNICOS

La policía encontró el cuerpo de la primera víctima canónica, Mary Ann Nichols, a las 3:40 a. m. del viernes 31 de agosto de 1888, en Buck's Row —actual calle Durward—, Whitechapel. Tenía un par de cortes en la garganta, el abdomen parcialmente rasgado con una profunda hendidura y varias incisiones hechas con el mismo cuchillo.
El cadáver de Annie Chapman apareció días después, el sábado 8 de septiembre, aproximadamente a las 6 a. m., cerca de la entrada del patio interior de la calle Hanbury, Spitalfields. Tenía dos incisiones en la garganta al igual que ocurriera con Nichols.  Sin embargo, en el caso de Chapman su vientre había sido completamente apuñalado, y le habían extirpado el útero.  Un testigo afirmó haber visto a Chapman media hora antes del hallazgo junto con un hombre de cabello oscuro y con apariencia de un «gentil venido a menos».
Los asesinatos de Elizabeth Stride y de Catherine Eddowes ocurrieron en la madrugada del domingo 30 de septiembre; el cuerpo de la primera fue descubierto a la 1 a. m. en Dutfield's Yard —actual calle Henriques— y tenía un corte en el lado izquierdo del cuello que le dañó la arteria carótida. Sin embargo no presentaba incisiones en el abdomen, lo cual planteó dudas sobre la autoría del Destripador, o si en todo caso este había sido interrumpido durante el ataque. Aunque testigos declararon haber visto antes a Stride con un hombre, sus testimonios tuvieron irregularidades: unos dijeron que el acompañante era rubio y otros que era de tez más oscura; e inclusive unos afirmaron que vestía de forma andrajosa, pero otros argumentaron lo contrario. Cuarenta y cinco minutos después la policía halló el cadáver de Eddowes en Mitre Square, en la City de Londres. Tenía la garganta cortada, una incisión profunda y extensa en el abdomen, y le habían extirpado el riñón izquierdo y la mayor parte del útero. Joseph Lawende, vecino que dijo haber pasado por esa calle con dos amigos poco antes del asesinato, declaró que había visto a una mujer con un hombre rubio y de aspecto descuidado. No obstante, sus amigos no pudieron avalar esa descripción. Se encontró el delantal ensangrentado de Eddowes cerca de la entrada de un edificio de apartamentos, en la calle Goulston, y un grafiti en la pared —justo encima de donde estaba la prenda— que parecía implicar a un judío aunque no se pudo comprobar si el grafiti había sido escrito por el homicida o si se trató de una simple coincidencia ya que este tipo de textos ilícitos eran comunes en Whitechapel en esa época. Charles Warren, comisionado de la policía, pidió que retiraran el grafiti antes del amanecer bajo la sospecha de que habría incitado protestas antisemitas.
Finalmente, la policía encontró el cuerpo mutilado y destripado de Mary Jane Kelly sobre la cama de su recámara en Miller's Court, Spitalfields,a las 10:45 a. m. del viernes 9 de noviembre. Tenía un corte que iba desde la garganta hasta la espina dorsal, y le habían extraído todos los órganos abdominales y el corazón.
Los cinco asesinatos canónicos ocurrieron por la noche, generalmente durante un fin de semana y al término de un mes.También puede deducirse que cada asesinato resultó más severo que el anterior, excepto el de Stride, cuyo ataque presumiblemente fue interrumpido. El cuerpo de Nichols tenía todos sus órganos, pero a Chapman y Eddowes le extrajeron el útero, mientras que esta última y Kelly presentaban mutilaciones en el rostro.

Kelly es considerada como la última víctima del Destripador, cuya ola de crímenes debió cesar ya sea por su muerte, arresto o migración.  No obstante, el expediente de Whitechapel incluye otros cuatro homicidios ocurridos después de los cinco canónicos.
La policía encontró el cuerpo de Rose Mylett en Clarke's Yard, calle High, Poplar, el 20 de diciembre de 1888. Aunque había sido estrangulada no mostraba indicios de forcejeo, motivo por el que pensaron que se había ahorcado accidentalmente en estado de ebriedad, o que se había suicidado.  Pese a lo anterior, el perito concluyó que Mylett había sido asesinada.
Casi seis meses después, el 17 de julio de 1889, el cadáver de Alice McKenzie apareció en Castle Alley, Whitechapel. Tenía una herida en la arteria carótida izquierda y varias contusiones y cortaduras leves. Uno de los forenses que examinó el cuerpo, Thomas Bond, creyó que se trataba de una víctima más del Destripador, aunque su compañero George Bagster Phillips opinó lo contrario al haber revisado los cadáveres canónicos. Algunos autores opinaron que el homicida de McKenzie había imitado el modus operandi de Jack para despistar a la policía,pero otros aseguraron que era obra del Destripador.
El asesino de la siguiente mujer de Whitechapel la decapitó y le amputó las piernas, y arrojó el torso mutilado debajo de un arco ferroviario en la calle Pinchin. En el lugar del hallazgo, el 10 de septiembre del mismo año, la policía encontró varias partes dispersas del cuerpo, por lo que no pudo validarse que ahí la hubieran asesinado. El cadáver de la última víctima del expediente de Whitechapel también apareció debajo de un arco ferroviario el 13 de febrero de 1891, en la calle Swallow Gardens. Su cuerpo estaba intacto excepto por un corte en la garganta. Algunos testigos dijeron haber visto poco antes a la mujer con un tipo, llamado James Thomas Sadler, a quien la policía luego ubicó y arrestó por el delito de asesinato. Incluso se llegó a pensar que él era Jack el Destripador. Sin embargo, fue absuelto de los cargos y puesto en libertad el 3 de marzo por falta de evidencia incriminatoria.

A finales de octubre, Anderson le pidió al médico forense Thomas Bond que evaluara las heridas de las víctimas y ofreciera su punto de vista respecto a los posibles conocimientos quirúrgicos del homicida. Bond elaboró su dictamen basándose en el examen del cadáver con mayores mutilaciones y los registros de autopsia del resto de las víctimas canónicas. Su descripción, considerada como uno de los perfiles criminales más antiguos de los que se tenga registro, decía textualmente:

No cabe duda que los cinco asesinatos fueron cometidos por la misma mano. En las primeras cuatro [víctimas], las gargantas parecen haber sido cortadas de izquierda a derecha y en la última, debido a la extensa mutilación, es imposible decir en qué dirección se hizo el corte fatal, aunque se encontró sangre arterial en la pared, salpicada cerca de donde la cabeza de la mujer debió haber estado.
Las circunstancias en torno a los asesinatos me llevan a deducir que las mujeres estaban recostadas al momento de ser asesinadas, y en todos los casos [el homicida] cortó primero la garganta.

Bond rechazó la idea de que el asesino contara con conocimientos científicos o anatómicos, o «el entendimiento técnico de un carnicero o matarife», y en cambio argumentó que debía tratarse de un hombre solitario, sujeto a «ataques periódicos de manía homicida o erótica» e hipersexual dado el tipo de mutilaciones. También señaló que «el impulso homicida podría haber surgido de alguna condición mental de venganza o melancolía, o una manía religiosa, aunque no creo que ninguna de estas hipótesis sea [procedente]».

Si bien no hubo evidencia alguna de actividades sexuales entre el asesino y sus víctimas,  algunos psicólogos supusieron que la penetración de las víctimas con un cuchillo y «la exhibición de los cadáveres en posiciones sexualmente degradantes con las heridas expuestas» son indicativos de que el responsable obtenía placer sexual con los ataques,  aunque para otros especialistas dicha suposición no puede ser comprobada.

SOSPECHAS

Ante la escasez de evidencia forense y las varias contradicciones de fuentes contemporáneas sobre el caso, resulta casi imposible esclarecer la identidad de Jack el Destripador.  Aunque existen análisis de ADN realizados a partir de las cartas atribuidas al homicida, lo cierto es que sus resultados no fueron concluyentesy ya están demasiado adulterados como para proporcionar algún dato útil.  Pese a lo anterior, existen varias teorías sobre la identidad de Jack el Destripador.  Una de las más difundidas en esa época señalaba que el asesino debía vivir en Whitechapel y tener un empleo estable, ya que los crímenes ocurrieron en fines de semana próximos a fechas festivas, y en calles cercanas entre sí.  También se pensó que el responsable podía ser un hombre culto y de clase alta, posiblemente un doctor o aristócrata, que había llegado al barrio procedente de un sector más opulento, aunque dichas suposiciones podrían haber obedecido a estereotipos culturales como el temor a los médicos, la desconfianza en la ciencia, o la explotación de los pobres por los ricos.
En los años siguientes a los asesinatos, los registros señalan que la policía tenía sospechas de cualquier persona que estuviese remotamente vinculada con el caso, así como de varias celebridades que ni siquiera habían sido investigadas en la pesquisa original. Con el paso del tiempo, y la muerte de aquellos que vivían en esa época, autores contemporáneos han tenido soltura para acusar a cualquiera «sin necesidad de evidencia histórica».

CARTAS

La prensa y la policía recibieron numerosas cartas en el transcurso de los asesinatos de Whitechapel, y si bien algunas consistían en propuestas para ayudar a la captura del asesino, la mayoría no tuvieron utilidad en la pesquisa.  No obstante, cientos de dichas cartas supuestamente eran de la autoría del Destripador,  y tres de ellas resultaron notables: la carta «Querido jefe», la postal «Saucy Jacky» y la carta «Desde el infierno».
La carta «Querido jefe» data del 25 de septiembre de 1888 y fue recibida inicialmente por la Central News Agency el 27 de septiembre, fecha que coincidía con el matasellos. El medio informativo le reenvió el documento a Scotland Yard dos días después. Al principio se le consideró como un bulo, sin embargo el documento cobró notoriedad después del hallazgo del cuerpo de Eddowes, puesto que el cadáver carecía de una oreja y la carta, enviada tres días antes del asesinato, incluía la amenaza de «cercenar las orejas de la dama». Pese a lo anterior, las investigaciones concluyeron que la oreja de Eddowes había sido incidentalmente cortada por el asesino durante su ataque. A lo anterior se suma el hecho de que el documento también afirmaba que el autor habría de enviar las orejas de su víctima a la policía, lo cual no ocurrió.  La importancia de esta carta radica igualmente en que su autor usó por primera vez el mote «Jack el Destripador» para referirse a sí mismo, y desde entonces la prensa y policía, que solían llamarlo «Mandil de cuero», comenzaron a denominarlo así.  Algunas fuentes señalaron que el apodo en realidad había sido utilizado originalmente en una carta del 17 de septiembre del mismo año,  sin embargo no hubo consenso en validar esta suposición y se le consideró como un bulo en los registros del siglo XX de la policía.
 La carta «Desde el infierno».
De igual forma la Central News Agency recibió la postal «Saucy Jacky» el 1 de octubre, fecha del matasellos. Cabe señalarse que la caligrafía y el tono eran similares a los de la carta «Querido jefe».El autor aseguraba que dos víctimas más habían sido asesinadas en sitios cercanos entre sí, y calificaba el homicidio como «un doble evento», supuestamente en alusión a las muertes de Stride y Eddowes. Aunque se llegó a pensar que la carta había sido enviada antes de que la policía hiciera públicos los asesinatos, de manera que hubiera sido improbable que alguien más tuviera conocimiento del doble evento en ese momento,lo cierto es que la fecha del matasellos indicaba que su autor había enviado el documento más de 24 horas después de las muertes, cuando ya los medios daban cobertura de lo sucedido a la población.
George Lusk, líder del Comité de Vigilancia de Whitechapel, recibió la carta «Desde el infierno» el 16 de octubre. No obstante, al ser comparada con las cartas anteriores, el documento tenía otra caligrafía y estilo de redacción. La carta venía en una pequeña caja que también contenía la mitad de un riñón preservado en etanol, y el autor aseguraba que se había comido el resto del órgano frito. Aunque algunas fuentes dedujeron que el riñón le pertenecía a Eddowes, cuyo cadáver carecía de dicho órgano, otras referencias concluyeron que se trataba solamente de una broma macabra. El cirujano inglés Thomas Openshaw, del London Hospital, examinó el riñón y determinó que sí era humano y provenía del costado izquierdo de la víctima. No obstante, fue incapaz de establecer otra característica biológica. Más tarde el médico recibió otra carta firmada por el Destripador.
Scotland Yard publicó el 3 de octubre facsímiles de la carta «Querido Jefe» y de la postal con la esperanza de que alguien reconociera la caligrafía.  En opinión de Warren: «creo que todo esto se trata de un bulo, pero estamos obligados de cualquier forma a encontrar al autor [de los documentos]».  El 7 de octubre, George R. Sims explicó en el rotativo dominical Referee que la carta había sido escrita por un periodista para acrecentar la popularidad de un periódico.  Basándose en esa hipótesis, la policía confirmó poco después haber identificado a un periodista como el responsable de las misivas,  llamado Tom Bullen, según una carta enviada por el inspector John Littlechild a George R. Sims el 23 de septiembre de 1913. No fue sino hasta 1931 que el periodista Fred Best confesó que él y un colega de The Star habían escrito las cartas firmadas por Jack el Destripador con tal de acrecentar el interés en los homicidios de Whitechapel y «mantener vivo el negocio».

Referencias:
·        https://es.wikipedia.org/wiki/Jack_el_Destripador


domingo, 24 de marzo de 2019

28. Peter Sutcliffe "El destripador de Yorkshire".



Nacido en la Ciudad de Bingley (Yorkshire)  el 2 de junio de 1946, Peter Sutcliffe fue un asesino en serie británico esencialmente en el condado de Yorkshire. Era enterrador en un cementerio de su pueblo en el que unas tumbas más detrás escuchó una voz que al principio era amable y reconfortante, pero a medida que iban pasando los meses la voz fue mas violenta, dijo que le habló Dios y le encomendó la tarea de acabar con todas las prostitutas del norte de Inglaterra.
Peter Sutcliffe se armó con un cuchillo,un destornillador y un martillo. Con ello mató a 13 personas y atacó a 7 personas más. Cada ataque era peor que el anterior. Su arma preferida era el destornillador del cual habló frente al jurado. Su modus operandi era derribar a la mujer pateándola con sus botas de cuero; cuando la víctima estaba ya indefensa en el suelo, la remataba dándoles golpes en a cabeza y después con el destornillador le asestaba puñaladas. En algunas ocasiones incluso sustrajo los órganos de sus víctimas (por ello se le conoce como “el destripador de Yorkshire“).
Peter tenía mucha astucia para estudiar y perpetrar los asesinatos, anteriormente al asesinato se estudiaba el terreno para luego poder escapar. El 2 de enero 1981 fue detenido por dos policías del condado del sur de Yorkshire, cuando estaba intentando matar a otra victima más. Antes de ser arrestado Peter pudo deshacerse de las armas que en ese momento portaba.

Dar caza a Peter Sutcliffe no fue fácil porque hubo un “bromista” que estuvo mareando a la policía durante un tiempo, John Humble, apodado “el bromista de Jack de Wearside”.John Humble obstaculizó enormemente y seriamente la investigación de los crímenes. Envió  una carta al asistente de policía en la que afirmaba ser “el Depredador de Yorkshire”, y se burlaba del jefe de policía porque no era capaz de darle caza. La policía si se se creía que Humble era el verdadero asesino de Yorkshire. Humble más tarde confesó haberse inventado todo, pero ya no podía convencer a los policías después de toda la bola que se montó. Su “broma” tuvo terribles consecuencias para las víctimas de Peter Sutcliffe, por la presión mediática que produjo. Se entrevistaron a muchos sospechosos, y mientras tanto el verdadero asesino estaba libre y no dejaba de matar, con una mayor seguridad que le provocaba que la policía estuviese investigando a otros sujetos.

Humble fue detenido tras 27 años, cuando el caso fue reabierto. Fue condenado en 2006 a ocho años por entorpecer la investigación, por las numerosas cartas que mandó a los periódicos, le valió una dura condena del juez. Humble arruinó su vida y a las de su alrededor.

VÍCTIMAS DE PETER SUTCLIFFE

Peter Sutcliffe antes de matar a Wilma (primera víctima mortal), lo intentó en tres ocasiones con tres victimas diferentes, la primera sería una prostituta, pero no presentó cargos; la segunda sería Ann que fue atacada con sus armas preferidas, su martillo y su cuchillo, pero logró sobrevivir. Olive fue atacada el 15 de agosto de 1975, también atacada con un cuchillo y un martillo, pero no consiguió matarla. La siguiente victima ya si fue Wilma, quien fue quince veces acuchillada. La policía no vinculó esta acción con los anteriores ataques.

La segunda asesinada sería Emily, asesinada el 20 de enero de 1976. Emily fue apuñalada 51 veces con un destornillador y atacada también con un martillo. La siguiente victima sería Marcella, quien fue atacada el 9 de mayo de 1976, atacada en el parque, pero sobrevivió. Irene Richardson fue atacada en el parque, golpeada con el martillo hasta la muerte, y una vez estando muerta la siguió acuchillando. La siguiente victima de Peter Sutcliffe fue Patricia Atkinson que fue brutalmente aesinada en el piso de Bradford.

La siguiente victima fue Jayne Mcdonald que fue encontrada en un parque infantil. Esta muerte causó impresión porque era una joven de 16 años que perdió el autobús y no le dio tiempo a pedir un taxi antes de ser atacada. A raíz de ese asesinato la prensa exigió más reacciones a la policía. Desde ese momento fue cuando la prensa empezó a llamar a Peter Sutcliffe “el destripador de Yorkshire”. Cuanto más tiempo pasaba más presión mediática había, y más datos espeluznantes se publicaban. Esto hizo que en el norte de Inglaterra se formara un gran revuelo y un gran clima de miedo. Normalmente las victimas eran prostitutas aunque no todas lo eran y es cuando la gente empezó a temer mas por sus vidas porque al asesino no le importaba matar a gente de cualquier status.

Aún con ello, hubo más víctimas. La siguiente fue Maureen Long, fue atacada en 1977 pero sobrevivió porque Peter Sutcliffe fue interrumpido. Tenía ansias de matar de nuevo, al no haberlo conseguido con su anterior víctima, por lo que posteriormente atacó y consiguió matar a Jean Jordan el 1 de octubre. Tardaron 10 días en encontrarla. Cuando Peter Sutcliffe regresó a por un billete de 5 libras a los 4 días de haberla matado, porque temía que se le pudiera delatar, no encontró el billete, pero mutiló y movió el cuerpo del sitio. El billete que tanto buscaba Peter Sutcliffe lo encontraron en el bolso de la victima, y lo rastrearon hasta el banco. El temor que Peter Sutcliffe era justificado porque fue interrogado por la policía tras el rastreo del billete. Sin embargo, fue puesto en libertad.
La siguiente victima de Peter Sutcliffe fue Marilyn Moore, que fue atacada el 14 de diciembre, aunque sobrevivió al brutal asalto, quién pudo dar a la policía una descripción del atacante, cuyos agentes pudieron ver pruebas de los neumáticos en la escena del crimen iguales a los de los otros ataques.

La siguiente atacada y asesinada fue Yvonne Pearson, encontrada en enero de de 1978, su cuerpo fue abandonado en un sofá. Helen Retka fue asesinada y encontrada antes que a Yvonne aunque a Helen la encontraron 3 días después de que Peter Sutcliffe le golpeara y apuñalara hasta matarla.
La siguiente asesinada fue Vera Millwar, fue hallada muerta en Manchester el 16 de mayo en el aparcamiento de enfermería. Fue su última víctima en 1978.

Estuvo un año sin matar , murió su madre, y el 4 de abril de 1979 retomó su matanza con Josephine Whitaker, que apareció muerta en el Saville Park de Halifax. Su siguiente victima asesinada fue Barbara Leach, que fue asesinada el 1 de septiembre, su cuerpo hallado cerca de las residencias de la universidad, sería su última víctima en 1979, que tendría una pausa de casi un año hasta su próxima víctima.

Las víctimas de Peter Sutcliffe siempre serían jóvenes hasta el caso de la siguiente víctima, Marguerite Walls asesinada el 20 de agosto de 1980, que era mayor para ser una de sus víctimas. La doctora Uphadya Bandara fue atacada el 24 de septiembre pero sobrevivió. También fue atacada gravemente el 25 de octubre pero sobrevivió la estudiante Maureen Lea. La siguiente víctima, Jacqueline Hills, universitaria, no corrió la misma suerte , su cuerpo fue encontrado cerca de las residencias Lupin al lado del campus. Por último, Theresa Sykes de 16 años fue atacada el 5 de noviembre pero consiguió sobrevivir.

DETENCIÓN

Peter Sutcliffe fue arrestado el 2 de enero de 1981, fue registrado pero al no llevar nada encima la policía pensó que podría librarse de la condena como en otras ocasiones en las que fue interrogado. Sobre la muerte de Jayne Macdonald, en ese caso fue absuelto ya que por una prueba de ADN se confirmó que esa victima había sido asesinada por otro sujeto, el agresor Cristopher Smith.
El 20 de febrero de 1981 Peter Sutcliffe fue procesado por trece cargos de asesinatos y siete de homicidio, aunque Peter Sutcliffe solo se declaró culpable de los siete homicidios.

Referencias:
  •  https://www.laescenadelcrimen.com/crimen/peter-sutcliffe-el-destripador-de-yorkshire/


sábado, 23 de marzo de 2019

27. Dr. Henry Howard Holmes



Herman Webster Mudgett, también conocido como Dr. Henry Howard Holmes, nació el 16 de mayo de 1861 en Gilmanton, Nuevo Hampshire. A H. H. Holmes se le considera como el primer asesino en serie de Estados Unidos, o al menos, del primero que se tiene constancia.
Los padres de Holmes eran descendientes de los primeros colonos ingleses de Gimalton (Nuevo Hampshire). H. H. Holmes fue el tercero de cinco hermanos. Su padre, que procedía de una familia de granjeros, trabajó como granjero, comerciante y pintor de casas.

En 1878, a los 17 años, se casó con Clara Lovering, con la cual tendría un hijo dos años más tarde.
A los 18 años, Holmes entró en la Universidad de Vermont (Burlington), la cual no cumplió sus expectativas, provocando que la abandonase tras un año.  Entre 1882 y 1884 asistió a la Universidad de Michigan, donde estudió medicina quirúrgica. Durante su etapa universitaria Holmes mostró un obsesivo interés por las clases de anatomía donde se diseccionaban cadáveres.
Personas cercanas a Holmes aseguraban que este era violento con su esposa Clara, y en 1884, ésta se mudó a Nuevo Hampshire, separándose de él.
Tras mudarse a Mooers Fork (Nueva York), se extendió el rumor de que Holmes había sido visto con un niño, que posteriormente desapareció. Holmes se defendió de los rumores asegurando que el niño se había vuelto a su hogar en Massachusetts. A pesar de las acusaciones, no se produjo ninguna investigación oficial al respecto. Posteriormente, Holmes viajó a Philadelphia, donde consiguió un trabajo como encargado del Hospital de Norristown State, pero dimitió a los pocos días. Tras esto, empezó a trabajar en una farmacia, pero durante el periodo en el que estuvo allí, un niño falleció tras haber consumido una medicina adquirida en la farmacia. Holmes negó haber estado implicado con el caso y abandonó la ciudad.

EL CASTILLO DEL TERROR

Tras abandonar Philadelphia, y con el objetivo de no ser reconocido, Herman Webster Mudgett cambió su nombre a Henry Howard Holmes.
A finales de 1886, y aún estando oficialmente casado con clara, Holmes se casó con Myrta Belknap. Unas semanas después solicitó el divorcio con Clara, acusándola de haber sido infiel, lo cual nunca fue probado y el divorcio no se produjo. Holmes tuvo una hija con Myrta en julio de 1889. Los tres vivieron en Wilmetter (Illinois). Holmes pasaba la mayor parte del tiempo en Chicago.

Nada más llegar a Chicago, en 1886, Holmes comenzó a trabajar en una farmacia. Demostró ser un empleado ejemplar, lo cual le permitió acabar comprando la tienda. Al poco tiempo, Holmes compró un solar al otro lado de la calle con el fin de que se construyeran apartamentos en la segunda planta y una parte dedicada a actividades comerciales en la primera. Los arquitectos y proveedores no recibieron pagos por la construcción y acabaron por abandonar el proyecto tras denunciar a Holmes en 1888.
En 1892, y con la excusa de construir una tercera planta para transformarla en hotel, Holmes consiguió engañar a nuevos inversores. La tercera planta nunca llegó a terminarse, los nuevos proveedores se dieron cuenta de que Holmes había estado escondiendo materiales y muebles que no había pagado. El 13 de agosto de 1993, la tercera planta del hotel, aún en proceso de construcción ardía misteriosamente, con solo unos pocos dentro del edificio.Previo al incendio, Holmes había contratado seguros con hasta cuatro compañías diferentes, con la intención de cobrar cuantiosas indemnizaciones.

ASESINATOS

Uno de las primeras víctimas de Holmes pudo ser su amante, Julia Smythe. Julia era la esposa de Alex Conner, un inquilino que vivía en el edificio que Holmes había construido. Tras descubrir el affair, Alex dejó el trabajo y se mudó, abandonando a Julia y a su hija Pearl. Julia obtuvo la custodia de Pearl y permaneció en el hotel, mientras su relación con Holmes continuaba. Misteriosamente, durante las navidades de 1891, ambas Julia y su hija Pearl, desaparecieron. Holmes lo justificó diciendo que Julia había muerto durante un aborto, lo cual no fue nunca confirmado.
Otra de las posibles víctimas de Holmes fue Emeline Cigrande. Ella comenzó a trabajar en el edificio en mayo de 1892 y desapareció en diciembre de ese mismo año. La misma “suerte” pudo haber corrido Edna Van Tassel, que también fue declarada como desaparecida.
Mientras trabajaba en la farmacia del edificio de Chemical Bank en Dearbon Street, Holmes se hizo amigo íntimo de Benjamin Pitezel, un carpintero con pasado criminal. Pitezel se convirtió en la mano derecha de Holmes, en su “criatura”, el que le ayudaría a ejecutar algunos de sus macabros planes criminales.

A principios de 1893, una actriz llamada Minnie Williams se mudó a Chicago y comenzó a trabajar para Holmes. Esté organizó un plan para que ella le tranfiriese sus bienes inmuebles bajo un pseudónimo con la ayuda de Pitezel. Al poco tiempo, la hermana de Minnie, Nannie, fue a visitarla. Ninguna de las dos fue vista con vida después del 5 de julio de ese mismo año.
 Debido a la presión de las denuncias por parte de las compañías de seguros, Holmes se vio obligado a abandonar Chicago y huir a Fort Worth.
 En 1894, y aún estando casado con Clara y Myrta, Holmes se casó con Georgina Yoke en Denver (Colorado). En julio de ese mismo año Holmes fue arrestado y encarcelado durante un breve periodo por la venta de bienes provenientes de herencias.
 Durante su corta estancia en la cárcel, Holmes conoció a Marion Hedgepeth, al cual prometió $500 a cambio de que le proporcionara el nombre de un abogado en el que pudiera confiar para estafar a una compañía de seguros fingiendo su muerte. La compañía de seguros sospechó de que se trataba de un fraude y se negó a pagar. Ante esta situación, Holmes decidió organizar un plan similar, pero esta vez fingiendo la muerte de su mano derecha, Pitezel.
 Pitezel accedió a fingir su muerte con el fin de que su esposa cobrase $10,000 de su seguro de vida. El plan consistía en que Pitezel se hiciera pasar por otra persona para después ser asesinado y desfigurado en una explosión de un laboratorio. Holmes debía encontrar un cadáver adecuado para sustituir a Pitezel. Pero en lugar de hacerlo, asesinó a Pitezel tras dejarlo inconsciente y prender su cuerpo. Tras el asesinato, Holmes se encargó de cobrar el seguro de vida de Pitezel, manipulando a su esposa para que tres de sus cinco hijos pasaran a su custodia. Holmes y los tres niños viajaron por los Estados Unidos hasta llegar a Canadá. De manera paralela llevó a la esposa de Pitezel y a sus otros dos hijos a otro lugar, mintiéndoles sobre el paradero de su marido. Más adelante, Holmes confesaría el asesinato de la esposa de Pitezel y sus dos hijas, a los cuales encerró en un camión y asfixió conectando una manguera a una tubería de gas. Enterró sus cuerpos desnudos en el sótano de sus casa en Toronto.

EL PRINCIPIO DEL FIN

Frank Geyer, un detective de Philadelphia que había estado siguiendo el rastro de Holmes, descubrió los cuerpos de las niñas de Pitezel. Tras ello siguió a Holmes hasta Indianápolis, donde descubrió suficientes pistas que unían a Holmes con los restos de los cuerpos de los hijos de Pitezel.

El 7 de noviembre de 1894, Holmes fue arrestado en Boston por el robo de unos caballos. Las autoridades le habían estado siguiendo la pista y temían que fuera a abandonar el país junto a su tercera esposa.

En octubre de 1895 Holmes fue juzgado por el asesinato de su mano derecha, Benjamin Pitezel, y fue declarado culpable y sentenciado a pena de muerte. Por ese entonces ya era evidente que él había sido el autor de los asesinatos de los hijos de Pitezel. Tras ser encerrado en la cárcel, Holmes confesó un total de 27 asesinatos en Chicago, Indianápolis y Toronto (aunque algunas de las persona que confesó haber asesinado se encontraban con vida) y 6 intentos de asesinatos. Holmes fue bastante inconsistente en sus confesiones, habiéndose declarado inocente en algunas y poseído por Satanás en otras.

El 7 de mayo de 1896 Holmes fue ahorcado en la prisión de Moyamensing por el asesinato de Pietzel. Hasta el momento de su muerte, Holmes permaneció en calma y sin mostrar signos de ansiedad, miedo o depresión. A pesar de esto, solicitó que su ataúd fuera cubierto por cemento y enterrado a diez pies de profundidad por miedo a que ser profanado.

Referencias:
·        https://citv.es/fichados/h-h-holmes/

viernes, 22 de marzo de 2019

26. Andrei Chikatilo "El Carnicero".


El 16 de octubre de 1936 nacía en Ucrania el psicópata que se convertiría durante más de una década en la pesadilla de la policía. Andrei Chikatilo. Apodado el carnicero, fue sin duda el mayor asesino en serie de la historia de la URSS.

UNA INFANCIA MARCADA

Su padre fue hecho prisionero de guerra por los nazis y, prácticamente huérfano, pasó la infancia con su madre y una hermana menor en el núcleo de una familia marcada por las hambrunas del holocausto. Era un niño solitario, marginado en el colegio, humillado y vejado con insultos de los que nunca se defendía; sumiso. 

Su hogar, lejos de ser un refugio, le supuso el principio de un trauma que le traería las peores consecuencias. Su madre plantó las semillas del trauma repitiendo constantemente como, fruto de las penurias que atravesaba el país, su hermano había sido secuestrado y canibalizado.

La impotencia también marcaría su vida. No llegó a estar con ninguna otra mujer más allá de su esposa y, aun con ella, solo consiguió tener apenas unas pocas interacciones sexuales fruto de las cuales nacieron sus dos hijos. Esto no supuso el fin de sus problemas de erección, trastorno que le ocasionaba numerosas disputas con su mujer, cada vez más demandante.

Ya adulto, optó por un empleo estable como maestro, rodeándose de la infancia que siempre le negaron. El motivo se conocería más tarde: sentía una atracción sexual incontenible por sus alumnos, con los que era condescendiente y a los que permitía hacer lo que quisieran. No tardó en descontrolar sus deseos y en 1974 fue expulsado del colegio por pederastia.

ASESINO POR CASUALIDAD

Chikatilo sentía tal desesperación por su problema viril que intentó encontrar una salida buscando placer en el único territorio que pudo pensar, la infancia. Así fue que con 42 años emprendería, por casualidad, uno de los caminos más sádicos del crimen: el infanticidio. Tras engañar a una niña la llevó a una cabaña de su propiedad con el fin de violarla y probar suerte en su impotencia.

Lejos de excitarse con el cuerpo de la menor, fue una herida de sangre durante el forcejeo lo que desató su líbido hasta tal punto que no pudo evitar incrementar la violencia hasta matarla. Había encontrado la medicina que le salvaría de su disfunción eréctil.

El cuerpo de la pequeña fue hallado en el río adyacente al lugar de los hechos pero, a pesar de que se encontraron restos de la víctima en la cabaña de Chikatilo. La buena reputación de este (en parte, por su perfil bajo y, en parte, por su pertenencia y apoyo vehemente al partido comunista) llevó a la policía a creer su versión y falsa coartada librándole de la cárcel.

MODUS OPERANDI

Se definiría en los próximos años con cinco costumbres clave:

• En 1981 consiguió un empleo que le obligaría a viajar habitualmente. La palanca necesaria para desatar por completo su psicopatía, puesto que le permitiría buscar nuevas víctimas lejos de su entorno.

• La siguiente menor fue una prostituta con la que solo pretendía probarse sexualmente, pero a quien asesinó al mofarse de su impotencia. El placer de agredirla con violencia y mutilarla selló su perfil de asesino en serie.

• El bosque siguió siendo el escenario de sus aberraciones: era extenso y frondoso y le facilitaba la ocultación.

• Sus objetivos serían siempre similares, niños fugados de sus hogares o retrasados mentales a los que simulaba socorrer para llevarles a algún lugar entre los árboles.

• Allí utilizaba toda su crueldad para llevar a cabo su placer extremo, la violación practicando mutilaciones sobre los ojos y órganos sexuales con los que saciaba su canibalismo o mantenía como trofeos.

Su forma de actuar parecía una catarsis por su hermano devorado, los abusos en el colegio y su impotencia sexual: toda su infancia de frustraciones y traumas concentrados en un único acto sangriento.


Su desenfreno mental empezaba a pasar factura a su faceta pública y en su última década fue encarcelado por delitos de comportamiento impropio y robo. A pesar de ello, de estar marcado como sospechoso y de que la policía llevaba varios años siguiéndole la pista, su grupo sanguíneo no coincidía con el del semen encontrado sus víctimas. Su detención definitiva se produciría por casualidad.


Tras su último homicidio, el 6 de noviembre de 1990, un sargento de guardia que formaba parte de un despliegue de más de 600 detectives lo sorprendió saliendo de un bosque al lado de una estación de tren de Rostov. El arresto no se produjo, pero sí quedó registrado su nombre en el informe del detective Rybakov. Menos de un mes más tarde, la policía encontró el cuerpo de la última víctima del carnicero, relacionó dicho informe con sus detenciones previas y se le encarceló. Aunque su sangre era del grupo A, su semen devolvía concidencias con el grupo AB, el mismo que el encontrado en los niños asesinados.

Andrei Chikatilo confesó a la policía 56 crímenes y fue finalmente declarado culpable del asesinato de 52 menores en posición plena de sus facultades psíquicas. Pese a intentar exculparse alegando un fuerte trastorno mental, se le ajustició con un tiro en la nuca el 14 de febrero de 1994.

Su historia inspiraría al escritor británico Tom Rob Smith para el libro El niño 44, premio de Ian Fleming Steel Dagger en 2008 y llevada al cine por Daniel Espinosa en 2015.

Referencias:

jueves, 21 de marzo de 2019

25. "Las Poquianchis"


Las “Poquianchis” es el sobrenombre y nombre mediático con el que se conoció a un grupo de asesinas seriales mexicanas activas entre 1950 y 1964, principalmente en la ciudad de Guanajuato, México. El grupo estaba conformado por las 4 hermanas de la familia González Valenzuela: Carmen, María de Jesús, Luisa y Delfina. Esta última la líder del grupo.
 Las cuatro mujeres eran dueñas de varios burdeles en Guanajuato y Jalisco, sus víctimas fueron en su mayoría prostitutas a su servicio aunque también asesinaron a clientes y bebés de las mujeres esclavizadas.

 Incursión como empresarias

Para 1935, la familia vivía en un estado de pobreza lamentable; las hermanas habían conseguido empleo en una fábrica textil, pero los miserables salarios que se pagaban apenas les servían para subsistir.
 En 1938, Carmen conoce a un hombre llamado Jesús Vargas alías "El Gato", un vividor y criminal de poca monta; con él Carmen entabla una relación y ese mismo año se va a vivir con él. Juntos abren una pequeña cantina en El Salto. Vargas dilapidó todas las ganancias del establecimiento hasta llevarlo a la ruina. Después de esto Carmen abandonó a Jesús Vargas y regresó a vivir con su familia.
 Para ese momento los padres de las hermanas González habían muerto dejándoles una modesta herencia; con este capital Delfina González abrió su primer burdel ubicado en El Salto, Jalisco. La prostitución era ilegal en Jalisco, pero la vigilancia para combatir esa práctica era pobre. El prostíbulo estuvo activo por mucho tiempo, hasta que una riña suscitada en el lugar llamó la atención de las autoridades, que cerraron el establecimiento.

Modus Operandi

Delfina desarrolló un método de reclutamiento que dejaba mayores ganancias: acudían a rancherías o pueblos cercanos, donde buscaban a las niñas más bonitas. No importaba si tenían doce, trece o catorce años de edad; llevaban cómplices masculinos que, si las sorprendían solas, simplemente se las robaban. O si estaban acompañadas de sus padres, generalmente campesinos, se les acercaban y les ofrecían darles trabajo a las hijas como sirvientas. Los padres accedían, “Las Poquianchis” se llevaban a las niñas y de inmediato empezaba su tormento.
Apenas llegaban al burdel, “Las Poquianchis” procedían a desnudar a las niñas por completo y examinarlas. Si consideraban que tenían “suficiente carne”, los ayudantes que habían contratado se encargaban de violarlas, uno tras otro, vaginal y analmente. También las obligaban a practicarles sexo oral y si lloraban o se resistían, las golpeaban.
 Después, “Las Poquianchis” las bañaban con cubetadas de agua helada, les daban vestidos y las sacaban por la noche a que comenzaran a atender a la clientela del bar, bajo amenazas de muerte. Los clientes se mostraban siempre encantados de que les proporcionaran niñas de tan corta edad para que los atendieran, así que el negocio iba viento en popa. Las hermanas alimentaban a sus esclavas sexuales solamente con cinco tortillas duras y un plato de frijoles al día.

Cuando una de las prostitutas llegaba a cumplir veinticinco años, “Las Poquianchis” ya la consideraban “vieja”. Procedían entonces a entregársela a Salvador Estrada Bocanegra “El Verdugo”, quien la encerraba en uno de los cuartos del rancho, sin darle de comer ni beber por varios días, y entrando constantemente para patearla y golpearla con una tabla de madera en cuyo extremo había un clavo afilado. Una vez que la mujer estaba tan débil que ya no podía ni siquiera intentar defenderse, “El Verdugo” la llevaba a la parte de afuera del rancho y, tras cavar una zanja profunda, la enterraba viva. A otras les aplicaban planchas calientes sobre la piel, las arrojaban desde la azotea para que murieran al caer, o les destrozaban la cabeza a golpes.
Si una de las muchachas se embarazaba, si padecía anemia y estaba demasiado débil para atender a sus clientes, o si se atrevía a no sonreírle a los parroquianos, era asesinada. Los bebés que llegaron a nacer fueron muertos y enterrados, con excepción de un niño, al que guardaron para vendérselo a un cliente que quería experimentar con él; mientras se dedicaron a maltratarlo.

También practicaban abortos clandestinos si alguna de las prostitutas más populares quedaba embarazada, con tal de no perder esa fuente de ingresos. Las mujeres además eran obligadas a limpiar el lugar, a cocinar y a atender a “Las Poquianchis”.
 “Las Poquianchis” habían reclutado a varios ayudantes que las auxiliaban en sus labores. Uno era Francisco Camarena García, el chófer que se encargaba de transportar a las jovencitas reclutadas, junto con Enrique Rodríguez Ramírez; otro era Hermenegildo Zúñiga, ex capitán del ejército, conocido como “El Águila Negra”, quien servía como su guardaespaldas y cuidador del burdel.
José Facio Santos, velador y cuidador del rancho; y Salvador Estrada Bocanegra, “El Verdugo”, quien golpeaba a las prostitutas que protestaban por algo y, cuando alguna amenazaba con marcharse o denunciar los maltratos a los que era sometida, se encargaba de asesinarla y enterrarla. También policías y militares utilizaban los servicios de las niñas esclavas, todo gratis a cambio de protección para el burdel.
María Auxiliadora Gómez, Lucila Martínez del Campo, Guadalupe Moreno Quiroz, Ramona Gutiérrez Torres, Adela Mancilla Alcalá y Esther Muñoz “La Pico Chulo” eran prostitutas que se convirtieron en celadoras y castigadoras a cambio de que “Las Poquianchis” respetaran sus vidas.

Cuando alguna de las niñas nuevas no quería ceder ante el capricho de algún cliente, ellas se encargaban de arrastrarla de los cabellos por todo el burdel, llevarla a un cuarto y darle de palazos hasta dejarla inconsciente. “La Pico Chulo” también gustaba de matar a palazos a las muchachas, destrozándoles la cara y el cráneo con una tranca de madera.

El burdel "Guadalajara de noche"

En 1954, Delfina muda el establecimiento a Lagos de Moreno, Jalisco, durante las festividades de la feria anual celebrada en el pueblo.​ Para establecer el negocio las mujeres contaron con el apoyo de varias autoridades corruptas. El propio alcalde concedió los permisos para que el negocio operara como bar a cambio de favores sexuales.
Las mujeres eran engañadas o compradas a tratantes. El sistema con el que operaba el burdel era semejante al peonaje empleado durante el Porfiriato: las mujeres cautivas estaban obligadas a comprarle a las madrotas suministros, como ropa y comida, a precios arbitrarios, acumulando así inmensas deudas. Las mujeres entonces eran forzadas a prostituirse para poder pagarles.
Su número confirmado de víctimas son 91, pero se cree pudieron matar a más de 150 personas convirtiéndolas en las asesinas seriales más prolíficas registradas en la historia de México, aún más que cualquier asesino serial varón mexicano.
Luego del escándalo que se generó por los prostíbulos que manejaban las hermanas, las prostitutas a su cargo relataron a las autoridades que nunca las dejaban salir de las casas de citas, y que cuando resultaban embarazadas les practicaban abortos y en caso de nacer los niños, éstos eran asesinados por las mujeres.

Según el relato de las rescatadas, “Las Poquianchis” también asesinaban a aquellas prostitutas que “ya no les servían” a quienes sepultaban vivas en un panteón clandestino ubicado en el poblado de San Ángel, en Purísima del Rincón. Este “trabajo” era realizado por el capitán del Ejército, Hermenegildo Zúñiga Maldonado, conocido como “El Capitán Águila Negra”, quien fue amante de Delfina.
Luego de varios meses que duró el proceso que consistió en careos e interrogatorios, finalmente Delfina, María de Jesús y María Luisa González Valenzuela, fueron acusadas de lenocinio, secuestro y homicidio calificado y recibieron la pena máxima de 40 años de prisión, sin embargo dos de ellas murieron tras las rejas antes de poder obtener su libertad.

Delfina, conocida como La Poquianchis Mayor, falleció a los 56 años en la cárcel de Irapuato, el 17 de octubre de 1968; María Luisa, apodada perdió la vida en su celda de la cárcel municipal de Irapuato en noviembre de 1984 luego de ser consumida por un cáncer hepático y María de Jesús fue la única que falleció en libertad. Carmen, la mayor de las hermanas, falleció en 1949 sin conocer el destino de sus hermanas.

Referencias:
·        https://peru.com/actualidad/historias-de-crimenes/poquianchis-hermanas-asesinas-mas-letales-mexico-noticia-373745
·        https://es.wikipedia.org/wiki/Las_Poquianchis

miércoles, 20 de marzo de 2019

24. Felícitas Sánchez Aguillón “La Ogresa de la colonia Roma”


Nació en una familia humilde de Cerro Azul, Veracruz, en la última década del siglo XIX. Se graduó como enfermera y partera y trabajó en su natal estado hasta que decidió emigrar a la Ciudad de México. Ahí, rentó un departamento en el número 9 de la calle de Salamanca en la colonia Roma. Fue en ese departamento en el que empezó a establecer una práctica clandestina de abortos.

Pronto, el negocio de Sánchez Aguillón llegó a florecer. Muchas mujeres ricas de la ciudad acudieron a su casa para terminar con un embarazo ilegítimo o indeseado. Pero estas prácticas no fueron las que terminaron por condenar a Sánchez Aguillón. Una vez establecido su negocio de abortos, la llamada “ogresa de la Roma” comenzó a traficar con niños.

Así, compraba y vendía niños de familias pobres que no podían mantenerlos o que querían ofrecerles una mejor vida. Sin embargo, el destino de muchos de estos niños fue completamente distinto. Se dice que Sánchez Aguillón asesinó, torturó y descuartizó a cerca de cincuenta niños. Para deshacerse de los cadáveres, esta mujer tiraba los restos al drenaje o a la basura.

Fue, justamente, esta práctica la que terminó delatándola. Muchos vecinos empezaron a quejarse de malos olores, el drenaje que se tapa constantemente y de un humo negro, denso y de mal olor, que salía de la casa de Sánchez Aguillón. El 8 de abril de 1941, el dueño de una mercería que ocupaba el primer piso del edificio llamó a plomeros y albañiles para levantar el piso de su negocio y acceder al drenaje que no dejaba de taparse. Ahí encontraron un tapón putrefacto con restos humanos, gasas y algodones ensangrentados.

Después de que encontraran un pequeño cráneo y una pierna que correspondía a la de un niño de un año, las autoridades catearon el domicilio de Sánchez Aguillón. Ahí encontraron una enorme cantidad de fotografías de niños y un pequeño altar con un cráneo infantil. La condena contra “la ogresa” fue, sin embargo, una farsa. Se le condenó a cuatro meses de prisión y a una fianza que rápidamente pagó. Supuestamente, la larga lista de personas importantes que se habían practicado abortos con ella sirvió para que la liberaran en estas condiciones: la clase política tenía singular miedo de los escándalos que podían desatar las declaraciones de esta mujer.

Sin embargo, Sánchez Aguillón no pasó mucho tiempo libre. Señalada mediáticamente como una asesina de infantes y perseguida por todos, se suicidó con una dosis letal de Nembutal el 16 de junio de 1941. La que se ganó el sobrenombre de “La ogresa de la colonia Roma” por su apariencia desagradable y sus prácticas escalofriantes también tuvo otros apodos. Se le llamó “La trituradora de angelitos”, “La descuartizadora de la colonia Roma” y “La Espanta-cigüeñas”. Sánchez Aguillón se convirtió así, con la enorme atención amarillista de la prensa, en el horror mexicano de la década de los treinta.

Referencias:
  • https://noticieros.televisa.com/especiales/escalofriantes-historias-asesinos-seriales-mexicanos/


martes, 19 de marzo de 2019

23. Guadalupe Martínez de Bejarano “La temible Bejarano”



Sabemos que estuvo casada y que tuvo a un hijo llamado Aurelio Bejarano Martínez. También sabemos que fue una mujer de clase media alta o de clase alta. De hecho, era a través de su posición social privilegiada que lograba atraer a sus víctimas.

Guadalupe Martínez atrajo a su casa a la niña Casimira Juárez ofreciéndole un trabajo doméstico. Una vez que la niña se instaló en su domicilio empezaron las vejaciones y los actos de tortura. Inspirados en un fuerte deseo sexual reprimido, Martínez torturaba con fuego y ataduras a su víctima siempre desnuda. Después de cierto tiempo, la dejó morir de hambre. En 1887, Martínez de Bejarano fue condenada por este crimen. Sin embargo, apenas cinco años después salió libre.

Cuando salió de la cárcel, Martínez introdujo, nuevamente, a dos hermanas muy jóvenes a su hogar. Se trataba de Guadalupe y Cresencia Pineda quienes también fueron torturadas con los mismos métodos. En 1892 varias personas denunciaron a Martínez por el supuesto secuestro y tortura de personas en su casa. La policía llegó demasiado tarde para salvar a las hermanas Pineda que llevaban tiempo muertas. El hijo de Martínez la señaló como culpable y Martínez, en cambio, lo señaló a él como el verdadero asesino. Ambos fueron condenados.

A pesar de sólo ser condenada a 10 años de prisión, Martínez fue confinada a una zona solitaria dentro de la prisión de Belén por el odio que le tenían las otras reclusas. Desde entonces apodada como “La temible Bejarano” o “La mujer verdugo”, Martínez murió en una celda antes de terminar su condena. Su horripilante historia pasaría a la posteridad para convertirse en LA PRIMERA MUJER ASESINA SERIAL DE LA HISTORIA DE MÉXICO.

Referencias:
·https://noticieros.televisa.com/especiales/escalofriantes-historias-asesinos-seriales-mexicanos/